martes, 25 de octubre de 2011

Salto

Quiero dejarme caer, sentir el viento que produce mi caída, sentir que todas las cosas por las que me preocupo no valen la pena y darme cuenta de que tengo 19 años y que tengo que tomarme las cosas con más calma, que nada me debe preocupar, todo antes de que el elástico se tense y me tire hacia arriba otra vez. Quiero hacer puenting. O bungee jumping. O lo que sea, pero quiero invertir toda esta adrenalina en algo productivo, y lamentablemente no tengo cómo venderla (en el mejor de los casos podría vender mi sangre, pero no podría con mi fobia a las agujas).

Voy saliendo del ofuscamiento en el que estaba, pero sigo estresado sin razón aparente. No me molestaría tanto si usara toda esa adrenalina en algo útil como, no sé, correr una maratón, pero odio correr porque sí. Mis planes de fútbol semanal se pincharon desde que decidí dedicarme a salir los fines de semana y acumular trabajo en la semana. No, nada tiene que ver el hecho de que me duele todo el cuerpo durante la semana entre partido y partido, en serio. O podría subir a una montaña rusa, pero el gusano manzana del Parque Rodó es demasiado extremo para mí (no por la velocidad, sino por la probabilidad de que se desarme en el aire conmigo arriba). Más te digo, hasta me metería en el encierro de San Fermín si le encontrara el más mínimo sentido. Pero no, acá sigo, en alerta constante. Por algo será.

Ah sí, volví a escribir. Estoy hace semanas por escribir sobre otra cosa, pero quería dibujar una boludez para incluir en la entrada y no me he puesto a hacerlo. Además de no tener mucho tiempo soy muy pelotudo, lo digo siempre. Un día de estos vuelvo a escribir. ¡Hasta entonces y gracias por el aguante!

No se preocupen, ya devolví la Navidad.