domingo, 29 de enero de 2012

Descanso de la civilización

Humedal al costado del Río Solís Chico, que se ve al fondo. Sacada desde Las Vegas, Canelones.
Cinco días en un camping casi desierto me alcanzaron para no querer volver. Es muy sano desconectarse cada tanto, mirar el paisaje y darse cuenta la cantidad de tiempo que pasamos amargados por nimiedades. Volví decidido a seguir así de tranquilo. Me viene saliendo bastante bien.

Al fin y al cabo el verano está hecho para no complicarse la vida, ¿no?

miércoles, 11 de enero de 2012

Lindo viaje

Hace unos días estuve más de veinte minutos esperando el 105. Sé que no soy el único al que le pasa, pero el resto que reviente, yo quiero el ómnibus (o colectivo, el que más le guste) en hora. Eso no es todo. Fue el lunes, cuando a las 5 pm había 35ºC a la sombra. Sombra que no hay en la parada del ómnibus, porque a esa hora el Sol le pega de frente. Obviamente vino lleno hasta la puerta, porque es un ómnibus que va a la zona costera y en los días de calor la gente se tira en masa a la misma. Obviamente la gente no olía a flores, porque con ese calor nadie lo hace. Obviamente odié ese viaje, porque detesto las aglomeraciones. Pero me dio para pensar.

Me dio para pensar por los especímenes humanos que vi. En primer lugar una chica de mi edad que venía con el padre. Digamos que, salvo yo, el que no se acalambraba el cuello de darse vuelta a mirarla era porque la tenía sentada de frente (yo me porto bien). Eso debía molestar ya al pobre padre, pero debe estar acostumbrado. El asunto fue cuando seis o siete energúmenos de gorro Nike, escuchando música a todo volumen con el parlante del celular (sobre mi oído) y pobre higiene (se notaba demasiado) se quiso bajar del ómnibus. Me tuvieron como cinco minutos apretado contra un caño para saludar a la mina (que estaba casi frente a mí) mientras se bajaban. Los odié, es verdad, pero creo que casi veo un lagrimón rodar por la mejilla del padre. Imaginate tener una hija y que la salude cualquier plaga humana. A mi me viene algo. Me aparece un alma de la nada y se rompe al instante. Si me llega a presentar una cosa así como pareja me corto las bolas, por el bien de la humanidad; no sea cosa que cometa el error de tener hijos otra vez.

Otra cosa que me llamó la atención fue la presencia de cinco niños, de siete años ponele, todos con su gorro Nike flúo. Dos con camisetas de fútbol flúo. O sea, todo bien con respetar a todo el mundo, pero cualquiera que se da cuenta de que si a esa edad son así, más adelante van a ser como los sucios de más arriba. O parecido. O algo que no quiero que sean mis hijos, si algún día los tengo.

Mierda, ahora me dio miedo. ¿Mirá si tengo hijos y salen así? O sea, cuando son chicos uno influye bastante, la mente del niño es como una plasticina moldeable, medio vacía, pero hasta ahí nomás. ¿Mirá si yo le doy para que escuche lo que a mi me gusta, y de grande escucha cualquier porquería? Eso no es tan grave, ¿pero si se rige por los códigos que enseña la cumbia y demás aberraciones? ¿Si le enseño a hablar y después balbucea como todos los demás? ¿Si nace de una mujer, pero después las trata como a un objeto con culo, que cuanto más atorranta mejor?

Maldito viaje, me dio miedo de tener hijos. Decí que soy joven y tengo muchos, muchos años por delante para que se me pase.