lunes, 22 de diciembre de 2008

Escribiría un título original si pudiera sacarme la melodía de “Jingle Bells” de la cabeza…

Antes que nada, un anuncio importante: en las últimas 36 horas sólo dormí 4 y estoy a punto de intentar hablar sobre dos temas completamente distintos en la misma columna, pudiendo morir en el intento. Si ven que se hace marzo y dejaron de saber de mí, llámenme. Si no les atiendo, me salió mal el intento…

Pero bueno, basta de aclaraciones, vayamos a lo que nos compete (no se por qué, pero me hace reír esa palabra). De los dos temas principales a tratar hoy uno es obvio y el otro muy personal, así que voy a hablar primero sobre el tema más personal y que quizás no les interese tanto, así los agarro desprevenidos y no se aburren antes de que les plantee algo que me afectó bastante: Mario Pergolini ha dejado Caiga Quien Caiga. Ya lo había anunciado desde hace tiempo, pero uno conservaba cierta esperanza de que Mario se arrepintiera. Aunque no se arrepintió. Mario Pergolini anunció que no volverá a la televisión hasta dentro de mucho tiempo, y que quizás nunca vuelva. Dijo que era por motivos personales, los cuales obviamente desconozco. Creo que CQC va a seguir con nuevos conductores, pero no va a ser lo mismo, Pergolini era Pergolini, le guste a quien le guste. Mucha gente no lo soporta por ser como es en la tv, por su sentido del humor un tanto agresivo y porque se metía con el idiota de Tinelli, pero a mí me caía bien justamente por estas razones. Era uno de los pocos que trataba de hacer algo diferente en una televisión argentina cada vez peor, y desde 1995 (si no me equivoco, año en que comenzó CQC) lo venía haciendo bastante bien. Si sacaron las cuentas, sabrán que no miro CQC desde que empezó, recién comencé a verlo hace 2 o 3 años, pero me hice hincha del programa y lamenté la separación de Mario del programa. Ojalá se arrepienta y vuelva, para seguir metiéndose donde no lo llaman, denunciando, jodiendo y criticando a todo el mundo. Mientras, va a faltar algo en la televisión argentina, y por consiguiente en la televisión uruguaya.
El otro tema, ineludible en estas fechas: ¿Por qué sólo había una pitufa mujer y cuál de todos los pitufos hombres le entraba? No, mentira, la segunda parte de esta columna está íntegramente dedicada a la Navidad, que está por todos lados. Últimamente me he mostrado un tanto anti-navideño, incluso escribí mal sobre Papá Noel, pero debo aceptar que esta es una de las mejores épocas del año. Más allá de la locura colectiva, los pesebres, las esperas eternas en la caja del supermercado y el aprovechamiento descarado de la Navidad que realizan algunas empresas (entre ellas, la Asociación de Niños de los judas), Nochebuena y Navidad tienen su lado positivo si uno sabe buscarlo. No, no hablo de los regalos. Bueno, en parte sí, pero ese no es el punto. Mal que bien en estas fechas las familias se reúnen, comen juntas, hablan mal de parientes que no están en las comidas, visitan a esos parientes unos días después y hay cierto clima de tranquilidad. Mientras no vayas al súper, claro está, ahí te dan ganas de matar a un montón de gente que compra la comida el 23. Pero siguiendo con los puntos positivos, aparte de la felicidad y tranquilidad de las fiestas, está la comida. No hay época del año en que se coma mejor que en Navidad. Turrón, budín, jesuitas, sándwiches, pebetes, cordero, asado, lechón, pollo, en fin, comida de todo tipo en cantidades letales para cualquier ser humano que no estuviera festejando Navidad. Estoy seguro que si comiera todo lo que como en las fiestas, pero en julio, terminaría internado por problemas gástricos. Y por si esto fuera poco, la Navidad (debo haber escrito "Navidad" 25 veces en lo últimos 10 minutos) es la fiesta por excelencia para desplegar todo nuestro materialismo capitalista. Todo el mundo pidiendo y comprando regalos, aprovechando el aguinaldo para comprar lo que no pudo durante el resto del año. Y si sos de esa gente que dice "es mejor dar que recibir" (frase con doble sentido si las hay, me abstengo de hacer algún chiste fácil) o de la que dice "lo que cuenta es la intención" y no te importa recibir regalos, podés divertirte mucho hablando con niños y preguntándoles qué les dejó Papá Noel. Es sumamente divertido ver todos los juguetes nuevos que los niños sacan a pasear el 25 de tarde, escucharlos preguntarse "¿Qué te dejó Papá Noel?" y ver las caras de sufrimiento de los padres cuando el nene se pone a jugar con la pelota nueva al lado de una reja (la más puntiaguda de la cuadra generalmente) o la nena está llevando al límite las articulaciones de la Barbie recién sacada de la caja. Yo miro a los padres y se exactamente lo que piensan: "Que la pelota llegue a Reyes, que la pelota llegue a Reyes…". Para esos padres preocupados, una noticia: los regalos de Navidad CON MUCHA SUERTE llegan a Reyes, y si pasan estas fechas, se rompen antes de carnaval. Están para eso, los regalos no son para guardarlos, son para usarlos hasta que duren (sí, hasta Reyes). Esto, niños, no quiere decir que deban romperlos sí o sí, no quiero ser una mala influencia. Si llego a romper el celular que me van a regalar antes de Reyes soy yo el que no llega a Carnaval…
Como sea, aquí termina esta columna navideña, disfruten de las fiestas con moderación, en caso de uso prolongado consulten a su médico y si toman no manejen, es un mensaje de la Fábrica Nacional de Cervezas.



Feliz Navidad.

2 comentarios:

Pase y diga lo que se le ocurra. Gracias.