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Uruguay campeón de América, conquistó su decimoquinta Copa América, convirtiéndose en el seleccionado que más veces ha ganado esta copa. En una final bien ganada a Paraguay por 3 a 0, Uruguay se coronó campeón después de 16 años de su última vez. La primera vez que lo veo campeón de algo (en la anterior tenía tres escasos años). Un gran logro para un excelente proceso, de la mano de un técnico que detesto, pero que fuera de la cancha tiene las cosas clarísimas. No es casualidad, se ve en el éxito en el Mundial y en el Mundial sub-17. Otra vez en Argentina, de visitante. Otra vez dejando afuera al local (maldita costumbre de los uruguayos, como con Brasil, Argentina o Venezuela).
A la vuelta, espera en el aeropuerto, caravana, llegada al mítico Estadio Centenario para un festejo con la gente. Aunque hayan llegado a las 3 am al estadio (yo me había retirado antes), eso no me molestó. No me molestó que, con el frío que hacía, no hubieran pensado algo para la espera. Para nada, la euforia aplacaba todo. Si bien el fútbol no es más que un deporte, algo bastante carente de sentido, el hecho de ver a toda la gente festejando por lo mismo, más allá de partidos políticos, cuadros de fútbol, religiones, lo que sea, es único. Pero siempre hay imbéciles. Y esos sí me molestan.
En primer lugar, no comparto que en los festejos por un triunfo de la selección, la gente vaya con atuendos propios de equipos locales. Eso siempre genera enfrentamientos, sobre todo porque la mayoría de quienes los visten son energúmenos. Pero están en todo su derecho.
Lo que me saca son los cánticos. Los cánticos de barrabrava descerebrado, de imbécil que canta "fumando zoco (o como mierda se escriba esa basura) y tomando alcohol" en un festejo en el que comparten lugar con SERES HUMANOS. Me sacan las peleas. Ayer tuve la desgracia de ir al estadio y tener que quedarme en la Tribuna Amsterdam, nombrada así por el título olímpico obtenido por la selección de TODOS en aquella ciudad en 1928. Tribuna a la que concurre generalmente la parcialidad de Peñarol, uno de los cuadros grandes de nuestro país, uno de los grandes del mundo del siglo pasado (al igual que Nacional, el otro grande, soy hincha de Fénix y no me molesta reconocer a ambos). Esta parcialidad tiene la fama de ser la más descerebrada de todas, y pruebas no faltan. Ayer, en pleno festejo, se pusieron en la zona donde juega su equipo y comenzaron a cantar canciones de su equipo, obviamente, ofensivas a otros equipos, al buen gusto y a la decencia. Todo bien si las quieren cantar un domingo, mamados hasta las patas mirando a Peñarol, pero ayer eramos todos. Era un festejo celeste. Nada de los otros son putos, o los otros son policías, o los otros nada. Uruguay, nada más.
Después, el espectáculo de siempre. Unos imbéciles que ofenden, otros imbéciles contrarios que se sienten ofendidos, se armó lío. Yo lo vi. Como se dice por acá "se dieron como adentro de un gorro" (se pegaron como locos). Vi a un loco partirle un palo en la espalda a otro. Se tiraban para abajo de la tribuna, se corrían, en fin, muestras de irracionalidad propias de gente cuya vida pasa exclusivamente por las alegrias-tristezas de un deporte. Gente detestable. Que bronca.
Según leí luego, otros idiotas no quisieron ser menos y hubo destrozos en las demás tribunas. Yo hablo de la Ámsterdam porque fue la que vi en persona; según leí hubo roturas en América y Olímpica, y no dudo que en la Tribuna Colombes también hayan roto cosas. Recuerdo ver gente que saltaba de la tribuna intentando pasar a la cancha, así que energúmenos había. La estupidez no distingue colores.
Me enfoco en esto porque todos los otros medios de comunicación (mejor dicho, los medios de comunicación de verdad) se enfocan en los festejos, que fueron geniales. No digo lo contrario, ver la alegría en la cara de la gente, ver que la inmensa mayoría estaba junta, contenta por lo mismo, fue genial. Pero la presencia de estos imbéciles empaña un poco. Ojalá desaparezcan algún día. Lamentablemente lo dudo.