Hoy quiero dejarles un fragmento de mi último libro, "Vida es aquello que pasa mientras la impresora hace ruido pero no imprime", en el cual recopilé textos de un gran filósofo griego, Haragánides.
Haragánides fue un gran pensador, olvidado por Occidente y evitado por Oriente, que tuvo su mayor influencia sobre un cercano grupo de seguidores, compuesto por perros vagabundos de las calles de Atenas. Su obra está escrita en forma de diálogo con discípulos imaginarios, he aquí un extracto (un poco largo) de su último documento, "Aquí me pongo a cantar, al compás de la lira".
Haragánides (H) -Discípulo mío, la vida no es más que un efímero suspiro de la eternidad insondable, impasible frente a las acciones humanas, que de alguna manera la constituyen.
Discípulo (D) -Sabias palabras, maestro.
(H) -Gracias. En ese marco, cualquier acción nuestra, por más significante que nos parezca, no representa siquiera una caricia al robusto orden cósmico que nos gobierna, ¿me sigues?
(D) -Sí maestro. Dele suave que saco apuntes.
(H) -Bien. Siguiendo con el razonamiento, cualquier esfuerzo, bueno o malo, se diluirá infinitamente hasta desaparecer, si se toma una escala de tiempo lo suficientemente grande. Sólo cambiará el bienestar inmediato de cada uno, determinado por nuestras acciones pero independiente del devenir del Universo. Cualquier trabajo o profesión que emprenda no tendrá más recompensa que unas dracmas, inexistentes para el Cosmos.
(D) -Ingeniosa justificación para su desempleo, maestro.
(H) -Muchas gracias, pero esto va mucho más allá incluso. Fíjate que cualquier esfuerzo en las áreas sentimentales, ya sea por amor o amistad, se verá reducido a un punto en un collar de cuentas infinito como es la Eternidad, ¿no es cierto?
(D) -Realmente maestro, su parlamento no me sorprende, viniendo de alguien que habla mucho, dice poco y hace aún menos.
(H) -¿Cómo díces?
(D) -Me refiero, señor, a que el primer argumento, el del trabajo, ya era usado por obreros de las pirámides en el Antiguo* Egipto.
(H) -Oh...
(D) -Sí. Y respecto al segundo, señor, le recuerdo que la semana próxima usted cumple sesenta años, vive rodeado de perros y necesita inventar discípulos para sus diálogos filosóficos.
(H) -Bueno sí, puede ser. Pero mejor dejamos por acá, porque el texto quedó larguísimo y en la editorial me van a matar.
La historia cuenta que Haragánides no volvió a escribir. Algunos dicen que debido a una fuerte depresión; la mayoría vincula su desaparición con el descubrimiento de la esquizofrenia. Sea como sea, sabias palabras nos ha dejado a todos; un gran manual de lo que NO hay que pensar si no queremos terminar regalando filosofía en una plaza, rodeado de pichichos.
Entrada para no pensar mucho. Si viven en Uruguay, cuídense del frío. Si están en verano, los odio profundamente.
*Sí, Egipto ya era antiguo. Mirtha Legrand también.
Me siento tristemente identificado con Haragánides jajaja
ResponderEliminarComo tristemente? Es una eminencia filosófica! Jaja
Eliminarasi es, somos polvo de estrellas...
ResponderEliminarIncreíble pero cierto...
EliminarDesde el inicio hasta el final, tenía dibujada una sonrisota.
ResponderEliminarGracias Ale, la necesitaba.
Este texto está para compartirlo, es buenísimo.
Me dibuja una sonrisota más grande todavía que me digas eso :)
EliminarCompartí tranquila!
Jajaja estas re pasado Ale :o
ResponderEliminarSoy re heavy re jodido
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