domingo, 11 de agosto de 2013

Lejos

No olvido más aquella noche. Tenía como costumbre salir a caminar cuando los días resultaban largos, esperando que los problemas se perdieran en la oscuridad. Caminé sin rumbo, sin darme cuenta de que la ciudad se terminaba, hasta que levanté la vista y descubrí el que sería mi refugio. El campo, negro e inmenso, se extendía a ambos lados de la carretera, ofreciendo su silencio sin hacer preguntas. Me senté en una loma alejada del camino, sobre el suelo húmedo, para contemplar el cielo estrellado y pensar. Sobre todo pensar.

¿Qué estaba mirando? El cielo, pensé. Más precisamente, las estrellas. Lo bueno de estar fuera de la ciudad era ese arreglo infinito de luces lejanas y frías. ¿Frías? No lo había pensado hasta ese momento, pero una estrella era todo menos fría. Claro que no ayudaban a soportar mejor la helada, pero cada una de ellas era tan abrasadora como las demás. Cada una era un mundo encendido, viajando en silencio a través del espacio interminable, atado por fuerzas invisibles, quién sabe desde cuando, quién sabe hacia dónde.

Intenté imaginarme a una estrella cualquiera. La vi -creí verla- suspendida en la nada, inmensa, girando, y dudé. ¿Estaría sola? Podría estar acompañada por otra estrella, pero ese no era el caso. Mi pregunta era: ¿habría algo más?

Me sentí minúsculo y estúpido. ¿Cómo no se me había ocurrido antes? Era de esperarse que habiendo tantas estrellas, hubiera otros tantos mundos, cada uno en su órbita alrededor de una o más de ellas. La pregunta inmediata, casi instintiva, fue: ¿viviría alguien en ellos? Sentí que no daba a la pregunta la magnitud que merecía, por lo que la formulé otra vez: realmente, ¿vive alguien en alguno de ellos?

No podía contemplar al mismo tiempo todo lo que implicaba la existencia de otra civilización. ¿Cuándo habrían aparecido? ¿Cómo? Eran preguntas que no podía contestar bien sobre nosotros, mucho menos sobre ellos. ¿Que habrían tenido que pasar para llegar hasta donde estaban ahora? Apenas conocía detalles sobre la historia en mi planeta, ¿qué podría entender de la suya? ¿Cómo estarían organizados? Mi mente pasaba de temas fundamentales a irrelevantes en segundos, preguntando. ¿Cómo son? ¿De qué están hechos? ¿Qué escuchan? ¿Escuchan? ¿Ven, sienten, viven como nosotros?

Supuse que si su mundo era parecido al nuestro, ellos también lo serían, pero no habrían vivido nada de lo que vivimos nosotros. Su historia, la historia de todos, estaría escrita de otra manera. Me dolía el cuello, no había dejado de mirar para arriba en ningún momento; bajé la vista y pensé en la ciudad (y el mundo) que tenía detrás mío. Y en el suyo.

¿Tendrían amigos allá? ¿Familias? ¿En qué creerían? ¿Se odiarían, como nos odiamos nosotros? Quizás habían superado esa etapa, ¿pero si no? ¿Intentarían dominarse entre ellos? ¿Pasarían hambre? ¿Se dejarían morir unos a otros? ¿Se matarían, ellos también, por un ridículo pedazo de escombro flotando en un espacio más grande que el que pueden entender?

Levanté la cabeza, molesto, y una luz me impidió mirar al horizonte. Entre tantas ideas olvidé que tarde o temprano se hacía de día. Me paré mientras el sol amarillo corría a las últimas estrellas, calculando cuántas horas podría dormir antes de que mi familia, que no entendía de especulaciones interplanetarias, tirara abajo la puerta de mi cuarto. "Suficientes" pensé, mientras emprendía el regreso a casa, con mi última interrogante a cuestas: ¿alguien más, en algún lugar perdido del Universo, se preguntaría lo mismo que yo?



Detrás mío, nuestro segundo sol hacía su brillante salida unos minutos después que su hermano, como todos los días.

3 comentarios:

  1. Y una vez más me pregunto: ¿cuántas personalidades conviven dentro de ese cuerpo largo y desgarbado, con pelo desprolijo y mirada bonachona? Yo conozco varios: el estudiante inteligente y futuro genio de la Industria Química de nuestro país, el hijo afectuoso y siempre presente, el hermano cariñoso, el "otro hijo" peleador e intolerante, el "viejo" quejoso con el barrio, la política, el país... y tantas cosas más, y el tipo que es capaz de escribir cosas tan hermosas como ésta, o las anteriores. Cada día estoy más orgulloso de ser tu padre. TQM.

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  2. Que amor tu papá ale! y doy fe de todas esas palabras, como amiga y futura colega :)

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  3. Un groso el viejo, no sé ni qué contesarle. Gracias a los dos por pasar, leer y darme para adelante, en serio.

    Saludos!

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Pase y diga lo que se le ocurra. Gracias.