jueves, 9 de enero de 2014

Cuentos de Zhorax

La gente en Zhorax es feliz. Zhorax es un planeta relativamente pequeño, no mucho más grande que la Tierra, pero sus habitantes han logrado alcanzar una prosperidad y un desarrollo inimaginable en estas coordenadas. Las ciudades se extienden sobre todos los continentes, dejando lugar para la vegetación y la vida salvaje. El desarrollo tecnológico es incuestionable, destinado sobre todo a la salud y el verdadero bienestar de sus habitantes; no se fabrican armas, porque aprendieron que no son necesarias para mantener la paz. Tampoco se promueve el consumo desmedido, porque los nacidos en Zhorax aprendieron hace muchos años que los avances deben ser para todos, no para unos pocos. Toda actividad en Zhorax está sustentada por energía renovable y limpia, favoreciendo el desarrollo amigable con el medio ambiente, patrimonio de todos. Los zhoraxianos han olvidado las antiguas batallas étnicas, religiosas y patrióticas, para unirse en una sociedad sin naciones, pero con matices propios de cada pueblo. Se podría decir que la sociedad zhoraxiana es un ejemplo del resultado de hacer las cosas bien. Pero no siempre fue así.

Hace casi un siglo, nadie quiere recordar bien cuándo, Zhorax vivió la crisis más grande de su extensa historia como nación planetaria. El incesante espíritu de superación había llevado a sus habitantes a cumplir meta tras meta, objetivo tras objetivo, sin cesar. La producción de alimentos aumentaba año a año, la industria establecía récords en todos los ámbitos, nadie descansaba en su éxito para vivir del mínimo esfuerzo. El crecimiento de Zhorax parecía no tener techo, hasta que lo tuvo. La producción desmedida de bienes terminó por cubrir la demanda y saturar todos los mercados. Ya todos tenían todo lo que se necesitaba, entonces nadie compraba; al no comprar, los productos se apilaban a la salida de las fábricas. Los engranajes de la próspera economía zhoraxiana perdieron su sincronía y sumieron al planeta entero en una profunda crisis económica que parecía no tener solución.

Años después, los zhoraxianos más viejos aún se erizaban al recordarla. Aquella crisis no había logrado quitarles del todo la fuerza que los impulsaba hacia adelante, así que con paciencia, voluntad y moderación, lograron salir adelante. Durante mucho tiempo, fueron pocos los valientes que especularon sobre qué hubiera pasado si la sociedad zhoraxiana pre-crisis no hubiera tenido una educación tan robusta y una pasión por el progreso tan firme, principalmente porque nadie recordaba los tiempos en que Zhorax estaba cubierto de naciones diferentes, encerradas en sí mismas por ignorancia y mezquindad.

Las nuevas generaciones que conocen historias de la crisis a través de libros de texto, novelas o historias contadas por abuelos, creen que la misma no ha dejado rastros en la cultura zhoraxiana. Creen que la constante evolución en la que viven terminó por erradicar los miedos y que la crisis fue una lección que debieron aprender una vez, mas no deben recordarla todos los días. Pocos saben, o recuerdan, que aquel mensaje que comenzó como una orden hace casi un siglo, se transformó en advertencia y se transmitió de generación tras generación, hoy es el lema de vida de todo zhoraxiano.

Hoy en día, todos en Zhorax tienen claro que la meta debe estar puesta en lo imposible y que siempre, siempre, se debe dejar para mañana algo que se puede hacer hoy. Al parecer da resultado, después de todo, la gente en Zhorax es feliz.

2 comentarios:

  1. Muy bueno ale, los sueños de un líder político escondido en un laboratorio? Somos todos en alguna forma, ascendientes de Zhoraxianos, me parece.
    Me gusto!
    Mira que dejaste un "de" de mas en el primer párrafo.

    Abrazo

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    Respuestas
    1. Nah, líder no, nadie me hace caso, por suerte.
      Gracias Javi! Se me pasó el "de" ese, ya está arreglado. En breve me doy una vuelta por tu blog, a ver la renovación.

      Abrazo!

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