jueves, 23 de mayo de 2013

Tu cerebro te odia

Siempre queda relegado a un segundo plano. A los sentimientos se los relaciona con el corazón, que poco tiene que ver con el tema. Cuando se habla de felicidad, el estómago se lleva buena parte del crédito. Si se trata de placer, la gente piensa en cualquier cosa. Al entretenimiento, casi siempre, se lo asocia a algún órgano de los sentidos. Y el cerebro ahí está, responsable máximo de todo, pero nunca protagonista. Acumulando rencor, olvidado por tantos, jura venganza. Y cumple.

Hay cinco situaciones en las que nuestro cerebro nos recuerda que uno cosecha lo que siembra, de una u otra manera. Una de ellas es cuando necesitamos a la memoria para algo importante: recordar una dirección a la que nunca fuiste, algo que tenías que hacer sí o sí, o algo que tenés que aprender para el resto de tu vida. El tipo no quiere. Pero no sólo no quiere sino que, además, se te caga de risa en la cara. Es como "Ah mirá, ¿estás en un examen y querés acordarte de tal concepto? Bueno no, te vas a acordar de todas las letras de esa banda que ni siquiera te gusta, pero justo eso que querés, no". Gran ayuda.

La segunda situación también tiene que ver con la memoria, porque todo buen hijo de puta sabe el momento justo. Estás tranquilo, en un día normal, te acordás y olvidás de mil cosas, y justo, no sé, ¿te acordás de la vez que te sacaste un moco en clase y se te rieron todos? ¿O cuando contaste un chiste verde sin saber que lo era? ¿O dijiste que fulano era un pelotudo, estaba atrás tuyo y no supiste qué decir? ¿No? Bueno, ahora te acordás. De nada.

La tercera tiene que ver con el sueño. Después de un día cansador, de dormirse en el ómnibus a la ida, a la vuelta, en la clase y en el sofá, uno por fin puede acostarse a dormir en serio. Estás cansado, cansadísimo. Liquidado. Exhausto. Momento ideal para (redoble de tambores): ¡el resumen del día! Cada uno de los acontecimientos insignificantes del día desfilan por la memoria, para dejar paso a los importantes, que a su vez dejan paso a ¡los planes del día siguiente! Y si me duermo ahora, duermo cuatro horas, pero si me levanto media hora después llego tarde al trabajo, y si voy tarde al trabajo no llego a la facultad, y DEJAME DORMIR POR FAVOR TE LO PIDO DEJAME. No, no te va a dejar. Te odia.

Cuarta situación, menos común, pero igual de odiosa. Imaginate que hiciste algo mal, algo que no le importa a nadie pero igual está mal. No sé, te preguntaron por una calle, te equivocaste y le señalaste otra que estaba cerca. ¿Querés creer que la persona se dio cuenta, buscó un poco mejor y encontró lo que buscaba? Imposible. Seguro se perdió. Seguro se perdió, cruzó mal la calle y lo agarró un ómnibus de lleno. Y si no, seguro se perdió y llegó tarde a su propio casamiento, la pareja se ofendió y lo dejó plantado. O capaz que todavía está ahí, perdido para siempre, porque le dijiste mal la calle. Terrible.

La quinta y última situación es, lamentablemente, la que me toca más de cerca. Es esa en la que el cerebro, vil traidor, se aprovecha de nosotros en el momento de mayor debilidad, cuando todavía estamos entregados a uno de los más animales y placenteros instintos que conservamos. Cuando la conciencia se fue y todavía no volvió. Cuando no se entienden razones. Cuando la satisfacción es lo único que nos interesa. Ese momento en el que el cerebro, conocedor de su poder de convicción, nos dice:
-Dale, no pasa nada. Dormí cinco minutos más, que yo te despierto.

Y nunca son cinco minutos. Eso, damas y caballeros, es alta traición.

12 comentarios:

  1. Simplemente brillante!!!

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  2. excelente análisis, ale.
    abrazo!
    f

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  3. 5 minutos más que se convierten en 2 horas... a todos nos ha pasado jajaja. Un saludo!

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  4. definitivamente un alto grado de amor tu cerebro te expresa, al dejarte escribir todos estos "reproches" (aunque de seguro, se podría agregar más puntos a la lista que probablemente te haya hecho olvidar, je!)

    beso!

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    1. Tenés razón! Se ve que es una relación de amor-odio muy intensa...

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  5. Uh, conozco, conozco. A medida que pasaba por las distintas situaciones, vi claramente todas las traiciones que mi cerebro me ha hecho; pero tenés razón. No hay como la de "los cinco minutos más". Es que es tan cruel el invierno, mijo, que despertarse y sentirte abrazado por el calorcito para salir al frío. Yo lo entiendo. Es tremenda traición, pero no lo debe hacer de malo.
    Las otras anteriores sí. TODAS.

    (Qué lindo estás escribiendo bo)

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    1. Tenés razón, pero justo hoy me pasó y llegué tarde al trabajo, así que estoy demasiado ofendido con él como para hacerme el comprensivo.

      (Si vos decís, voy a tener que creerte, jaja).


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  6. Respuestas
    1. Si encuentro un editor que me banque el ritmo de una entrada por mes... jajaja

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Pase y diga lo que se le ocurra. Gracias.